Sentir nada y todo. La Razón no puede
manejar a los sentimientos, aunque en ocasiones debería, ella ser más fuerte y
plantarle cara a la sensibilidad, y parecer fría, y etérea.
Pero sin más, en un simple y eficaz
soplo, todo se desvanece, todo cae como cual castillo de naipes, insostenible
por la debilidad que soporta.
Insostenible por la ingenuidad que
porta. Todo cuanto creías haber hallado se esfuma en cuestión de segundos.
Destino caprichoso, Destino alado.
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