El tiempo, a veces efímero y otras veces tan eterno,
parece contradictorio: unas veces ansiamos que éste se quede estático y otras tantas que pase veloz como un rayo.
Tan querido como perecedero,
parece contradictorio: unas veces ansiamos que éste se quede estático y otras tantas que pase veloz como un rayo.
Tan querido como perecedero,
ése que a veces abrazamos como si nos fuera la vida en ello,
pero por el contrario también ansiamos que se escape
y que vuele alto como un pájaro,
que se libere de las cadenas con las que
nosotros los seres humanos lo apresamos.
Ese tiempo, que en ocasiones parece tan distante y otras tan perezne,
Ese tiempo, que en ocasiones parece tan distante y otras tan perezne,
pero que si le echamos una mirada,
nos parecerá que este no pasa,
pero en realidad nos transporta poco a poco
y sin darnos cuenta pasa muy deprisa,
tan deprisa que en ocasiones experimentamos una sensación de vértigo
e incluso de miedo.
Tiempo, su palabra es un síntoma de vejez,
Tiempo, su palabra es un síntoma de vejez,
pero a la vez de aprendizaje y experiencia,
actitudes que se van adquiriendo y asimilando en tu vida,
que las terminas tomando como costumbres, y aprendemos,
recapacitamos y erramos todos aquellos errores
que vamos cometiendo los superamos y si caemos nos levantamos,
sabiendo que el tiempo no es eterno
cómo nosotros quisiéramos que fuera y que sin querer se pasa,
avanza y lo que más difícil nos cuesta comprender es que éste no vuelve,
sino que avanza lenta e inexorablemente sin que nos demos cuenta en ocasiones.
Y esa es la razón que a todo ser humano le inquieta,
la pérdida de ese tiempo valioso que jamás regresa una vez perdido.
¿Eterno o efímero, fugaz o perenne?. Esa es la cuestión.
¿Eterno o efímero, fugaz o perenne?. Esa es la cuestión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario