Y mirar a las estrellas afirmando
que esa verdad saliera,
a la luz, fuera de las sombras,
hacia a fuera.
Sabiendo que lo que escondía era cierto,
sabiendo que la razón tenía.
Llegando al extremo de saber que tan cierto era,
que sus miradas eran ciegas y sus palabras eran mudas,
que quedaban al son de un viento
que cada vez los alejaba más
de una verdad tan incierta,
que hacía sospechar que no era como quisiera,
si no más bien como no era.
Haciéndome creer que sus palabras eran
todas ciertas, sabiendo que al final
el viento todas se las lleva.
Negando lo irrefutable, vendiendo humos por doquier,
allá donde el viento le lleve.
Pero jamás le hicieron tan felices esas últimas palabras,
que al final fueran tan ciertas, ese "Sayonara Baby",
era lo que esperaba, que fueran ciertas y que jamás volviera.
que al final fueran tan ciertas, ese "Sayonara Baby",
era lo que esperaba, que fueran ciertas y que jamás volviera.
Vendedor de palabras vencidas era y vendidas quedan,
una vez que el viento se las lleva.
una vez que el viento se las lleva.
