CAPÍTULO III.- LENDAAC SE ADENTRA EN UN MUNDO DE SOMBRAS.
Allatrix
o Allenda continuó guiando a Lendaac, por Darkfield como los humanos llamaban a
esa parte de la ciudad, que un día muy lejano era el fascinante mundo de
Omacor. Allenda
le llevó a ver lo que quedaba del bello Omacor, que ahora se había convertido
en un mundo frío, oscuro y aterrador. Ella prefería que la llamaran Allatrix,
ya que si los vasallos de la Sombra oían su nombre original podrían apresarla e
incluso ajusticiarla. Gracias a Allatrix y su poder, Lendaac pudo ver
cómo era Omacor. Allatrix tenía el poder de la traslación, todo aquel que deseara
verla y consiguiera verla, podía proyectar mediante sus recuerdos originados de
su vida pasada, la historia de la antigua Omacor para que se conociera su
historia y su pasado.Lendaac, vio cómo delante de él, se sucedían
una serie de destellos y haces de color, formando desde unas pequeñas
partículas, la estructura y fisionomía de la antigua y espectacular Omacor. Los
colores vivos se fueron sucediendo hasta terminar por completar, delante de sus
ojos la increíble belleza de aquella ciudad. El cerco de la amurallada ciudad junto con su
monumental puerta, de formas sinuosas y caprichosas se erigía delante de él,
para dar paso tras su cruce, a la espectacular ciudad de Omacor. Al traspasar
sus muros, la luz y los destellos que por doquier salían de los sitios más
insospechados, hacían de Omacor la ciudad de las luces, que toda región
quisiera poseer.Sus habitantes, diferentes a la par que
peculiares, seres mágicos que convivían en armonía y felicidad tras sus
murallas. Todo habitante mágico que pudiéramos imaginar convivía allí. Los
árboles parecían tener vida propia, con el movimiento de sus hojas se
comunicaban con el resto de habitantes y desde su tronco expresaban con
palabras lo que querían transmitir. Omacor era una ciudad feliz, activa
comercialmente y con mucha, mucha vida.En el centro neurálgico de Omacor, nada más traspasar
una de las siete puertas adinteladas de la muralla, el turista podía encontrar
el templo principal donde podían adorar a su divinidad principal, Ziumei, Dios
al que debían la creación de la ciudad.El Dios Ziumei, creó Omacor hace 125 años, su
creación es debida a la lucha divina interna entre los miembros de su familia,
entre ellos se encontraba su hermano, el desterrado Dios Panectan, el cual tras
la lucha con su cuarto hermano se quedaría con la zona nororiental del país de
Omacor. Toda esa vitalidad estuvo presente en la ciudad hasta hace cinco años
escasos cuando la Sombra se apoderó de Omacor. Lendaac siguió interrogando a Allatrix de
manera insistente, para dar con la forma de poder librar a su pueblo de la
oscuridad de la Sombra.
-. Pero Allen…Allatrix ¿No pudisteis hacer nada por detener
a la sombra?-.
.- No pudimos hacer
nada, lo intentamos todo pero nos fue imposible, la Sombra es algo contra lo
que no se puede luchar Lendaac ¿Cómo puedes hacer frente a un ente el cual no
puedes ver, no puedes sentir, ni siquiera saber su recorrido? ¡Es completamente
impensable! ¡Es como si lucharas contra la nada!.-
-. ¡Pero Allatrix alguna manera habrá para detener el poder
de la Sombra, y devolver a Omacor la vida que una vez le arrebataron!-.
.- Lendaac déjame que
te muestre cómo ocurrió….-
Lendaac pudo ver gracias a Allenda la historia
de su ciudad de Omacor, y como la sombra se apoderó de todo cuanto se
encontraba a su paso, sumiendo a la ciudad en una profunda oscuridad,
produciendo en ella un profundo letargo del que quizás nunca podrán despertar.Cuando la Sombra llegó a la ciudad de Omacor,
fue arrasando con todo cuanto se encontraba a su paso, como si de un tornado se
tratara, todas las viviendas de los omacorienses fueron destruidas y eso no
quedaría ahí.
Todo omacoriense que se encontrara a su paso se transformaba en
un instante en un ser desconfiado, frío y oscuro. Lo que ahora quedaba de la
espectacular ciudad de Omacor no es ni la mitad de su sombra, lo que Lendaac vio nada más entrar,
fue una ciudad cubierta por el frío, la nieve y en donde el sol nunca salía.
La monumental Omacor, actualmente se encontraba
en ruinas, apenas unas pocas columnas sustentaban lo que podría ser la entrada
monumental a la ciudad, done en la clave del arco principal se encontraba
esculpido el rostro del Dios creador de este lugar mágico, el Dios Panectan.
Las columnas en sus capiteles papiriformes, aún conservaban parte de la
policromía existente de lo que en su día era.
Haciéndonos ver como de colosal
eran sus construcciones. El edificio que albergaba lo que en su día fue
el Gran Oráculo, un majestuoso edificio, donde se tomaban todas las decisiones
importantes de la ciudad, ahora se encontraba abandonado y casi en ruinas,
aunque en su interior aun conservaba algunos resquicios de su fastuosa
ornamentación, las decoraciones de pan de oro en las arcadas del gran tondo que
lo conformaban, los robustos muros que se alzaban hasta el infinito, donde en
lo más alto se encontraba el óculo más grande que pudiéramos imaginar, alrededor
de este gran tondo, se encontró con una gran variedad de vegetación, que hacía
que el edificio adquiriera aun más ese aspecto de abandono.
Las vidrieras que lo conformaban se encontraban
con roturas, éstas estaban colocadas de manera estratégica, para que la luz que
penetrase en la estancia incidiera de manera directa en altar central del
oráculo. La luz se introducía en la sala como si de un aura celestial se
tratase que inundase todo el espacio con su brillo. La puerta del fondo del
oráculo por la cual se accedía a la sala de las ofrendas, poseía un frontón y
debajo de éste una inscripción en la que se podía leer: “Casa del Dios
Panectan”.
Acto seguido, Lendaac vio como el poder de la
Sombra cambiaba la piel de los habitantes de la ciudad.
Con el roce del paso de la Sombra, la tonalidad
de su piel se transformaba convirtiéndose en tonos grisáceos, las manchas que
tenían en su piel de color verde caza, con el poder de la Sombra adquirían una
tonalidad más azul grisácea, más oscura que el resto de la piel. Cuando la Sombra terminaba de pasar por ellos,
toda su personalidad cambiaba, convirtiéndose en seres agresivos, huraños,
desprendiéndose de toda humanidad que albergaran en su cuerpo. El horror se apoderaba de todos los ciudadanos extendiendo
la manera aterradora que tenía la Sombra.Al terminar de ver la historia, que Allenda le
había mostrado de su ciudad, Lendaac horrorizado por lo que esa cosa hizo a la
gran ciudad de Omacor y más en concreto al país de Menbat se juró a sí mismo
que encontraría la forma de librar a esa encantadora ciudad de la oscuridad,
inmediatamente después empezaron las ideas a brotar en su cabeza, mientras que
pensaba cual sería la forma para que Omacor y Menbat volvieran a ser lo que en
su día fue, una ciudad llena de vida, llena de color, donde nada ni nadie se
apoderara de ella. Se dirigió a Allatrix para decirle que intentaría arreglar
el mal que habitaba la atmósfera de todo Omacor:
-. Allatrix déjame que investigue y piense de qué manera
podemos rescatar tu ciudad de las “garras” de esa Sombra, para poder sacar a la
ciudad de Omacor de la oscuridad de la que está sumida. No voy a descansar
hasta ver reconvertida a tu ciudad en lo que en un tiempo no muy lejano era.
-. Gracias Lendaac
por intentar devolver a mi ciudad la vida que un día le arrebataron, pero no
tengo muchas esperanzas, ya somos muchos los que hemos intentado hacer frente a
la Sombra.
Acto seguido se despidió de ella, antes de que
la guardia real, séquito de la Sombra les descubriera y apresaran a Allenda por
culpa suya. Lendaac salió estrepitosamente de la ciudad, para volver a su
temida realidad, o eso pensaba él…que todo volvería a lo que él consideraba que
era su vida real. Una vez salido de ese oscuro y tenebroso lugar,
y volviendo de nuevo a lo que Lendaac creía que
hasta entonces era el único lugar real existente.
Se dirigió de nuevo en
dirección a su casa, para ver si
todo lo que hasta hace escasas horas había sucedido había sido real o
simplemente un mal sueño. Lo que Lendaac no se esperaba que todo lo sucedido
era real y que para colmo en la ciudad donde le habían visto crecer había cambiado, el tiempo había pasado de manera fugaz, para todos menos para
él. Cuando volvió
a su “realidad”, en apariencia todo seguía como lo dejó antes de adentrarse en
ese mundo mágico, que para muchos les parecería irreal y de locos. Por ello,
Lendaac por un momento dudó en contárselo a alguien, ya que seguramente le
tomarían por un loco.
Lendaac, una
vez salido de Darkfield, emprendió de nuevo la marcha dirección a Nueva
Jersey, para averiguar si su hermana Thressa estaba bien. Pero… ¿Qué le iba a
contar a su pequeña e indefensa hermana Thressa, cuando volviese a casa? ¿Cómo
le iba a contar que es un licántropo? Y es más, ¿Cómo le diría que el oscuro y
aterrador bosque de Darkfield es en realidad la legendaria y fantástica ciudad
de Omacor? Era una locura, su hermana le tomaría por un auténtico loco.
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